El cielo es testigo de mi proceder...

Recuerdo como si fuese ayer la primera vez que fui a un video, siempre tuve la curiosidad pero sólo quedaba en eso. Nunca, hasta mis veintidós años, me atreví a dar ése paso, pero un viernes cualquiera tuve las agallas y fui - previa huasca con unos amigos de la universidad - antes de ello, entré al mismo chat de siempre anoté la dirección de un video que estaba cerca de mi casa, sin pensarlo y sin planearlo tanto, decidí aventarme y ver que pasaba.

El lugar del que hablo, no me pareció la gran cosa a primera vista, era un ambiente sencillo en todo aspecto, pero muy cómodo para quién buscaba pasar un rato de tranquilidad, el día en que fui estaba abarrotado de personas, pagué cinco soles para ingresar y me dieron un ticket para poder pedir una gaseosa o un cuba libre, luego del hielo inicial con el lugar, inicié mi travesía entre algunas miradas que me desvestían al pasar, entre olores a colonia barata de catálogo y entre siluetas ansiosas de tocarme.

Siempre que voy a un sitio, acostumbro no mirar a la gente que hay alrededor, prefiero ambientarme poco a poco, si me siento a gusto me quedo sino me voy, pese a que algunas personas puedan acercarse a hablarme cortésmente me aparto sin decir nada, aunque con la mirada puedo decirles: ¡Oye, no me interesa ¡

El lugar al ser algo pequeño no ofrecía más que un cuarto y algunos cuartos privados dónde se escuchaban gemidos por doquier, ello me generó algo de excitación, al pasar por el cuarto oscuro sentí algunas manos hambrientas de placer, me asusté un poco, pero traté de tranquilizarme, finalmente yo sabía en que lugar me había metido.

Luego del miedo inicial, salí del cuarto oscuro y me acerqué a la barra, necesitaba un poco de aire fresco, al pedir una cerveza pude divisar a un par de afeminados que olían horrible y tenían unos modales ordinarios a los cuáles procuré ignorar, uno de ellos se acercó y me preguntó algo, lo miré, cogí mi cerveza y me fui.